
Pensamientos de una amiga de la madre al nacer 🙂
Me siento y espero una señal de una querida madre mía, que me quiere allí junto a ella desde el momento en que las cosas se intensifican.
Es una madre relajada y valiente que no derribó la puerta del hospital cuando se le rompieron las membranas 🙂
Ahora está en la sala de maternidad, pero sus contracciones son cortas y no demasiado intensas, ya que pudimos reírnos y bromear juntas por teléfono durante una de estas contracciones fáciles. Fue amable cuando me dijo que tenía una contracción de «25 segundos» :))
Y esperando su llamada, que cada vez que sé que voy a un parto siento una emoción y una nostalgia a la vez, y me impacta la imagen de todas las madres con las que he estado hasta ahora.
No todas tuvieron partos fáciles, no todas tuvieron experiencias 100% hermosas y satisfactorias, pero todas contaron con apoyo continuo durante el trabajo de parto y el nacimiento.
¡Y me siento afortunada de haber podido estar allí para ellos y sus bebés, de haber podido ser su amiga al nacer!
Mi corazón salta de alegría cuando recibo llamadas en medio de la noche, porque eso me dice que hay una relación que se basa en la confianza y la relajación, y esa es la mejor premisa para el milagro que está por suceder.
Quiero que mis amigas, mis mamás, sepan y sientan en todo momento que estoy ahí para ellas y que no hay limitaciones de tiempo ni de comportamiento.
Y en el trabajo de parto, lo mejor que puede hacer una mujer embarazada es hacer lo que siente cada segundo, sin “pensar”.
¡Si escucha a su corazón, no puede fallar!
Esto también es cierto cuando se trata de tomar decisiones. Y mi amiga Andreea Luncasu escribió ayer en su blog un post muy útil sobre este tema.
Al leer su artículo, automáticamente lo interpreté a través de mi propio prisma.
No desde mi perspectiva de futura madre que tiene que elegir lo mejor para ella y su bebé, porque el problema aún no está planteado, sino desde mi perspectiva de doula, de amiga al nacer.
Hay muchos partos a los que he asistido que no han sido como me hubiera gustado… Y aquí hay una dosis de egoísmo, porque el parto en sí no es MI experiencia.
Es la experiencia de la madre, el bebé y su familia. Pero he notado que en estas situaciones siempre tiendo a tomarme las cosas como algo personal, con todos los estados y sentimientos necesarios: tristeza, alegría, culpa, revuelta, plenitud, felicidad.
Sentimientos que me siguen a los pocos días de haber tenido lugar el parto.
Y es todo un proceso transformador, conmigo mismo y en mí, para poder mirar los nacimientos desde una perspectiva “correcta”.
En cualquier caso, lo único que quiero y quiero hacer es apoyar a mi madre en las decisiones que toma, sobre todo cuando sé que está debidamente informada de todas las posibles implicaciones.
Mi único papel es estar allí con ella con todo mi corazón. Y esto es 100% mío y siempre sale tan fácil y natural… ¡y le doy gracias a Dios por eso!