¡Contacto piel con piel o cómo hacer el gran amor!

¡Quisiera ver al que diría que no le gusta el contacto piel a piel con el amor de su vida! ¡Ni siquiera creo que ese hombre exista! Y cuando se trata de cachorros y sus madres, ya estamos hablando de la naturaleza que habla por sí misma y exige sus derechos.

Los invito a leer a continuación la historia de la lactancia materna con altibajos de una querida madre de Cuib, que encontró la solución a todos los problemas en este contacto piel a piel con su querido bebé! <3

¡Gracias mamá, por abrirnos tu corazón y compartir tu experiencia con nosotros! También estoy muy orgullosa de mi colega María, que ahora está en proceso de certificación como consultora de lactancia materna de ILCA y que ya está haciendo un trabajo tan bueno.

Y al final, cuéntame si te encuentras en la historia de tu madre, abajo…

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Queridas madres y futuras madres,

Son bien pasadas las diez de la noche, Iris está dormida y por fin estoy tomando mi parte.

Y como le prometí a María que escribiría unas líneas sobre mi experiencia con la lactancia, aquí estoy, por fin, frente a la laptop. Espero encontrar las palabras adecuadas.

Aunque no lo creo, es bastante difícil para mí tener las palabras en este momento.

Entonces, permítanme comenzar mi historia.

En resumen, di a luz fácil y hermosamente, como lo había planeado, a principios de este verano.

Todo salió perfecto y mi niña nació con 2.750 g, tomó 10 al nacer y me la trajeron al pecho inmediatamente después del nacimiento.

Los problemas comenzaron cuando ella estaba pegada a su pecho y no tenía nada que jalar. Mis pezones aún no estaban formados.

Tenía los llamados pezones umbilicales y cortos. No imaginé ni por un segundo que las ganas de amamantar a mi bebé se iban a romper con la voz de una enfermera que me decía serenamente: “Tienes pezones de cordón umbilical y no puedes mamar”. «Está bien, ¿y qué hacer en este caso, porque quiero amamantarla exclusivamente?»

Me sugirieron que sostuviera a la chica contra su pecho hasta que empezara a follar, pero no me dijeron qué hacer.

Finalmente me asusté, y como toda madre ante la primera experiencia de este tipo, al final acepté el biberón, porque la niña lloraba mucho. (En ese momento, no pensé ni por un momento, aunque sabía, había leído, que los bebés no se mueren de hambre apenas salen del vientre de su madre si no reciben comida.

Dura hasta dos días con los «suministros» que han acumulado en el útero). Aquí es donde comenzó el trabajo duro.

A la mañana siguiente, temprano en la mañana, la llevé a mi salón y le puse los senos y con la ayuda de una tetina de silicona logró chupar 5 mililitros.

Estaba en el apogeo de mi felicidad. Pero en realidad no quería el pecho, ya estaba acostumbrada al biberón. Entonces, para no perder ni una gota de calostro, ordeñé mis senos y los alimenté con biberón. Todo esto en medio de los estruendos de llanto, ansiedad e ira provocados por la impotencia.

Era como si la alegría de verla a mi lado, sana, hermosa, más de lo que jamás había soñado, y poder abrazarla, finalmente no fuera suficiente si no podía alimentarla naturalmente.

Quería romper el suelo de la ira de que mi hija rechazara su pecho y no se acercara a él con la cabeza rota. Mi gran suerte fue y es que fui apoyada en la lactancia por mi esposo. 100%.

Luchó tan duro como pude para tener éxito. Me compró las mejores bombas de ordeño, me apoyó moralmente en todo momento y, además, entendió mi frustración y no me juzgó.

Todo este tiempo seguí pegándola a su pecho diariamente, lo mejor que podía, con gritos y gritos y rechazos la mayor parte del tiempo, le daba de comer mi leche, ordeñaba y suplementaba con leche en polvo, esta situación duró más de dos semanas, y un día, amargado y desesperanzado, le escribí a María, diciéndole que encontraría una manera de aliviar mi sufrimiento.

Y cuando no sabía lo que era bueno y lo que no, me seguía culpando por no ser más perseverante en la sala de maternidad, por aceptar el biberón, por la ayuda de María, y fue más fácil de lo que podría haber imaginado.

Fue lo único que no cruzó por mi mente en todo el torbellino y la locura que siguió, a pesar de que lo había aprendido en clase.

Contacto piel con piel. La liberación de oxitocina, ese vínculo inconfundible e indiscutible que se crea entre una madre y su bebé, para toda la vida.

Y cuando pensé que ya nada podía ayudarme, logré sujetar a mi bebé al seno usando el método «piel con piel».

A partir de ese momento, nada ni nadie podrá separarnos. Mi hija ama sus pechos más que nada, los mamaría sin parar si es posible.

Cada vez que está molesta o le duele la barriga, se lo pongo en el pecho y paso cualquier señal de malestar. Desde entonces hemos estado comiendo del pecho y todo se ha arreglado bellamente, naturalmente, naturalmente, armoniosamente.

Gracias María, una vez más, por tenderme la mano cuando creía que todo estaba perdido.

Mi consejo para las madres que están pasando por la misma situación y para las gestantes que quieren la lactancia materna exclusiva es que no se rindan.

Es importante luchar cada segundo. No bajes los brazos aunque te sientas desesperanzado e impotente 1000 veces.

Y escucharás otras 1000 veces de tu madre, suegra, vecina, tía, «dale leche en polvo porque se muere de hambre».

Es imposible no tener éxito cuando desea desde el fondo de su corazón todo lo que es puro y mejor en este mundo para su bebé.

Y cuando cuentes con un soporte especializado, las cosas saldrán exactamente como tú quieres.

Imagina que lo estás haciendo por tu bebé, para que pueda vivir y desarrollarse sana y armoniosamente con leche 100% natural de su madre.

Mi querida María, espero poder recompensarte en esta vida, como te mereces, por todo el apoyo que me has brindado.

Y espero que la mayor cantidad posible de mamás que no saben qué camino tomar y qué hacer para estar bien con el bebé disfruten de sus consejos.
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Bonita historia, ¿no? ⁇

Con amor,
novia

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